martes, 28 de agosto de 2012

¿Había gente en la Argentina capacitada sobre antropología forense?


En 1984, durante los primeros meses de la democracia, varios jueces empezaron a ordenar exhumaciones en cementerios en donde se conocía la existencia de enterramientos de personas desaparecidas. Familiares de personas desaparecidas asistían a estas exhumaciones en la esperanza de encontrar los restos de sus seres queridos. Pero, estas exhumaciones fueron conflictivas en varios sentidos. En primer lugar, los médicos oficiales a cargo del trabajo tenían poca experiencia en la exhumación y análisis de restos óseos; en su práctica profesional trabajan habitualmente sólo con cadáveres. En los casos de desaparecidos, estas primeras exhumaciones fueron llevadas a cabo por trabajadores del cementerio de una manera completamente a-científica. En particular, cuando se usaron palas mecánicas, una parte importante de los huesos que forman el esqueleto se rompieron, se perdieron, o se dejaron en la fosa; tambi&eactuen, se mezclaron los restos de distintos individuos. Lo mismo sucedió con la evidencia asociada a los restos tales como proyectiles de arma de fuego, efectos personales, etc. Como resultado, se destruyeron parte de los elementos necesarios no sólo para identificar los restos, sino también para apoyar los procesos legales contra los responsables de estos crímenes. Además, algunos de los médicos forenses habían sido ellos mismos cómplices de los crímenes del régimen anterior, ya sea por omisión o comisión. En Argentina, como en la mayoría de los países latinoamericanos, los expertos forenses son parte de la policía y/o el sistema judicial. Por lo tanto, durante períodos no democráticos su independencia se ve severamente limitada. Por todas estas razones, fue necesario encontrar una alternativa científica a estos procedimientos. 


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